Dios y el para qué

El accidente a las puertas de un colegio de Madrid ha sido ampliamente comentado. En la mayoría de las ocasiones y en el contexto de los medios de comunicación, más allá de la expresión de un lamento inicial por la tragedia, las opiniones han girado en torno a polémicas partidistas por la metedura de pata de la líder de Más Madrid (escisión de Podemos en la Comunidad de Madrid); o a la necesidad de concienciar sobre los peligros del ‘desembarco de Normadía’ que acontece cada mañana a las puertas de colegios e institutos.  

Se trata sin duda de una situación de máximo estrés para todos, desde los padres y los alumnos, hasta los trabajadores de los centros escolares o el resto de conductores y usuarios de las vías públicas. 

Más allá del dolor, hay una historia hermosa en todo esto. Bien digo, hermosa

Algunos proponen eliminar el tráfico a determinadas horas junto a los colegios. Supongo que esa propuesta sólo logra desplazar el problema a 100 o 150 metros, aumentando el peligro en ese trayecto para los pequeños. 

Pero volvamos a los hechos, porque, más allá del dolor, hay una historia hermosa en todo esto. Bien digo, hermosa. 

Según se ha conocido, tanto la madre de la niña que resultó fatalmente fallecida como la mujer que equivocó el sentido de la palanca de cambios de su coche, se conocían. Y la primera, una vez comprobado con desgarro inefable que su hija estaba muerta, se acercó, brazos abiertos, a consolar a la involuntaria infanticida. Superando -al menos por un momento- su propio desgarro interior, puso su corazón herido al servicio de quien también tenía su corazón hecho jirones, para tratar de sanarlo.

Una de las claves de la fe cristiana es que da sentido a toda la existencia, incluido el dolor, el sufrimiento, la incomprensión, la tragedia…

En algunos mensajes que circulan de móvil en móvil algunos han expresado su desazón y la dificultad de comprender cómo Dios puede permitir tal infortunio. Es una de las preguntas más recurrentes y, por qué no decirlo, más lógicas que se puede realizar. Bien es cierto que se puede inquirir de esta manera para afianzar una postura agnóstica o atea, si quien pregunta entiende que no hay respuesta positiva posible. Pero se le puede dar la vuelta a la cuestión. Preguntar por el porqué se queda pobre. Comprensible, sin duda, pero de miras cortas. 

Una de las claves de la fe cristiana es que da sentido a toda la existencia, incluido el dolor, el sufrimiento, la incomprensión, la tragedia… Y si hay un sentido es que la cuestión debe pivotar más bien sobre el para qué

Y en el desarrollo de los acontecimientos hay, al menos una respuesta. Dios ha permitido este infortunio para que se manifieste de una forma extraordinaria la misericordia con ese abrazo, no de víctima a verdugo, sino de madre a madre. Es ciertamente impresionante, tanto que es difícil de describir. Uno sólo puede meditar la escena en silencio y maravillarse ante tanta grandeza. 

Hay que subrayar, pese a todo, que Dios escribe recto con renglones torcidos… y que nunca se equivoca. Nunca

Andaba yo trasladando estas cavilaciones al papel para compartirlas con los lectores de Woman Essentia, cuando ha entrado mi mujer con el rostro demudado en el cuarto donde escribo en casa. Me cuenta que conocemos a la mujer que vive sin duda atormentada tras provocar el luctuoso accidente. Y a su marido, claro. Estuvimos hace unos meses en su casa una deliciosa tarde, preparando un retiro para matrimonios en el que colaboramos. Recuerdo que estaban algunos de sus hijos. Fue una velada muy agradable.

Todo lo escrito no queda invalidado, pero se me ha quebrado, además de la voz y el corazón, el hilo de este comentario

Es difícil comprender, claro. Nuestro entendimiento y el afecto se rebelan. 

Pero hay que subrayar, pese a todo, que Dios escribe recto con renglones torcidos… y que nunca se equivoca. Nunca. Por eso es Dios. Y esto es, en efecto, un misterio que no se resuelve en un segundo. A veces lleva toda una vida comprenderlo. En ocasiones, las respuestas sólo llegan al traspasar la cancela del tiempo y el espacio, en la eternidad.  

Sea como fuere, no puedo terminar sin testimoniar mi cercanía y ofrecer mi oración a todos los protagonistas directos de esta trágica historia que al tiempo muestra la belleza de la misericordia para quien tiene ojos trascendentes. Dios sabe más.

* Publicado en Woman Essentia.

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