Vivimos probablemente en una de las sociedades más pansexualizadas. Cuestiones relacionadas con el sexo están presentes lo mismo en el Parlamento que en las conversaciones del bar, pero también en los medios de comunicación, así se hable de los asuntos más prosaicos.
No es menos evidente el uso que se hace de atmósferas y ambientes sexualizados en la publicidad. Tampoco la presencia forzada de temas sexualizados en clases de menores que aún no son conscientes de su naturaleza sexuada. Y no podemos dejar de citar asuntos de máxima gravedad como que la pornografía y la prostitución sean dos industrias crecientes a costa de arrasar la dignidad humana de tantas personas o que se trate de desnaturalizar el sexo a través de multimillonarias campañas mundiales de corte ideológico.
Por eso siempre es reconfortante que un buen amigo, con quien comparto la inquietud por este panorama que afecta al corazón de las relaciones entre hombres y mujeres, me recomiende un libro como ‘Sexo para inconformistas. Hay otra manera de vivirlo‘, publicado por Trinidad Puente y Alberto Baselga.
Los autores aprovecharon el tiempo de la pandemia para redactar a cuatro manos este libro que busca «explicar cómo somos de diferentes varones y mujeres» desde su experiencia acumulada en su labor profesional a través del Gabinete 2RD donde se dedican a ayudar a «disfrutar del matrimonio» a quienes atraviesan dificultades.
Se trata de un volumen de menos de 170 páginas, que se puede leer de un tirón en una buena tarde, pero que también merece una atención más pausada. Escrito en un tono coloquial y muy asequible parta todo tipo de lectores, es adecuado para multitud de públicos: matrimonios con ganas de crecer en su relación o con necesidad de afrontar alguna dificultad; padres que quieren prepararse con tiempo -o con necesidad imperiosa- para abordar la educación de sus hijos ya desde la preadolescencia; profesores y educadores con labores formativas a su cargo, etc.
Uno no sabría decir si es más interesante en cuanto ayuda a comprender esta dimensión esencial del ser humano sobre uno mismo o sobre la persona del sexo contrario
Sin rechazar ni eludir una fundamentación trascendente, los autores abordan las cuestiones más básicas acerca del ser sexuado de varones y mujeres sobre la base de datos científicos y una perspectiva académica que no se anda por las nubes de la intelectualidad, sino que, anclada en su experiencia clínica, es aterrizada con multitud de casos reales que iluminan.
En ‘Sexo para inconformistas. Hay otra manera de vivirlo‘ el lector se asoma a un retrato robot de la sexualidad masculina y femenina que ya en su diferenciada extensión nos ofrece un dato de interés: las explicaciones sobre la sexualidad masculina ocupan una decena de páginas menos que las que analizan la sexualidad femenina. Éstas además se dividen en 21 apartados, mientras que las cuestiones masculinas se resuelven en 11.
Y uno no sabría decir si es más interesante en cuanto ayuda a comprender esta dimensión esencial del ser humano sobre uno mismo o sobre la persona del sexo contrario.
Desde luego, el volumen no obvia ningún asunto esencial sobre la cuestión sexual y aterriza en algunos de ellos con sugerentes enunciados como «Qué debe saber la mujer sobre la sexualidad masculina»; «Qué les pasa a los hombres con el sexo»; «Cómo funciona el sexo en la mujer»; «Cuando las mujeres no queremos tener relaciones» o «Qué quiero yo de mi marido: expectativas reales y expectativas falsas».
El ser humano, una vez creado, se construye a lo largo de su vida, fundamentalmente a través de las relaciones con otras personas. También de las relaciones sexuales
Incluso aborda un tema que podría parecer tabú, anticuado o pasado de moda como la posición de los autores contraria a que los novios mantengan relaciones sexuales antes del matrimonio. Entre otras argumentaciones, me han resultado brillantes dos.
La primera es que no hay que dar explicaciones. Es una decisión, la de no mantener relaciones sexuales plenas antes del matrimonio, que uno toma en su libertad sin tener que justificarse ante la sociedad pansexualizada.
La segunda es bastante más práctica. Al argumento habitual de la ‘necesidad’ de conocer si hombre y mujer son ‘compatibles’ en el campo sexual, se responde con franqueza y de forma, a mi modo de ver, inapelable: «Aunque probéis ahora, igual dentro de 10 años habrá que conciliarlo de nuevo. No te da seguridad de nada probarlo ahora».
Esto sucede no sólo en el campo sexual, sino en todos los órdenes. El ser humano, una vez creado, se construye a lo largo de su vida, fundamentalmente a través de las relaciones con otras personas. También de las relaciones sexuales.
Avanza, tropieza, se equivoca; perdona, reacciona, lucha, abandona, se supera. Y en cada una de estas acciones, en las que juega un papel primordial la libertad, va configurando su carácter. El yo de la infancia comparte cosas con el yo de la adolescencia, pero también es muy diferente. Y así en todas las etapas de la vida.
Aprender algunas consideraciones básicas sobre la dimensión sexual del ser humano, que se hace plena en la complementariedad del modo masculino y el modo femenino en que lo somos, es, ciertamente, una cuestión para inconformistas.
Frente a la sociedad pansexualizada que desdibuja y emborrona la naturaleza sexual del ser humano, tienen razón los autores del libro: hay otra manera de vivirlo.
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