Cuando el corazón está lleno de la Gracia de Dios uno se llena de «ardor guerrero». Como María, somos capaces de ir a paso de legionario a socorrer a otro. Esa diligencia es propia de un corazón enamorado. Pongámonos en pie y vayamos a prisa a la montaña para decir: «Proclama mi alma la grandeza del Señor».
Palabra de Dios: «María se levantó y puso en camino hacia la montaña»
