Los vínculos de la carne y la sangre son fuertes, pero se pueden romper si se tratan de mantener por sí mismos. En cambio, los vínculos espirituales bien fundados son más difíciles de deshacer. Estar con el Señor, hacer Su voluntad, es el factor de unidad más potente del universo.
Palabra de Dios: «El que haga la voluntad de Dios, ése es mi hermano»
