El episodio del milagro de la hemorroísa es uno de los más bellos del Evangelio. Nos muestra cómo la fe es imprescindible para que Dios haga su labor sanadora en nuestro cuerpo y en nuestra alma. Dios no pide más. Quien confía en Él apaga su sed para siempre.
Palabra de Dios: «¿Quién me ha tocado? (…) Tu fe te ha salvado»
