San Francisco Javier ardió por la llama de fe que le entregó San Ignacio. La recibió gratis, y la dio gratis: incendió medio mundo en unión con las ansias redentoras del Corazón de Cristo. Portugal, Madagascar, India, Japón… ¡Ve y prende fuego al mundo!
Palabra de Dios: «Gratis habéis recibido, dad gratis»
