No son pocas las veces que estamos paralizados por el pecado, la pereza, el temor, las herida o el cansancio. Por eso es esencial tener buenos amigos, que son los que nos llevan a Cristo para que nos sane, por dentro y por fuera. La tarea de forjar amistades profundas en Jesús es camino de salvación.
Palabra de Dios: «Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un hombre paralítico»
