«Al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, lloró sobre ella»

Jerusalén somos tú y yo, que sabemos que Cristo ha venido a salvarnos y lo ignoramos tantas veces. Su Corazón humano y divino se compadece de nuestra ceguera voluntaria y llora. Está dispuesto a padecer ese dolor por respetar nuestra libertad. ¿No es hora ya de que Le sigamos con confianza y alegría?

«Al que tiene se le dará pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene»

Menudo trabalenguas… Dios nos da la fe y su imagen. Pero, como la semilla, necesitan de tierra fértil. La pregunta es: ¿Ayudo a difundir la fe recibida? ¿Soy cada día más reflejo de la imagen de Dios? Hay que elegir: O multiplicamos lo recibido por Dios o nos quedamos sin Dios.

Murmuraban: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador»

¡Cuántas veces nos hacemos cruces llenas de hipocresía! ¿Acaso no somos nosotros pecadores y necesitamos que Cristo nos diga «es necesario que hoy me quede en tu casa»? Es la amistad con Jesús la que nos permite luchar contra el pecado y decir: «Hoy ha sido la salvación de esta casa».